jueves, 31 de diciembre de 2009

La naturaleza de las máscaras

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Rezaba preocupado, es cierto. No creo en las mortificaciones ni en la abstinencia. Solo necesité tres días de soledades en Roma para prepararme antes de marchar, otras conexiones hubieran sido como un lastre.

La Via della Frettolosa es una calle estrecha y alejada desde la que partí a los principios de febrero, antes de que se movieran los aires de Poniente, que los griegos llamaban Zephyrus y los latinos Favonius. La casa es prestada, como en otras ocasiones, y su dueño ─amigo carísimo, era; generoso como una santa─ la había convertido en un crisol, un mosaico exuberante. En realidad, no es una casa sino un laberinto que imagino cada vez que allí acudo ordenado por sus colores: sus verdes o el almagre, un color que también estaba en Pompeya, y su rosso aranciato, el naranja recuperado de los primeros romanos; el jardín lo formaban patios encadenados. Su lindero, Roma a sus pies.

El viaje comenzaría aún de noche, después de subir maquinalmente los cincuenta y siete escalones que aborda el tramo final de la calle, donde volvería la vista atrás. ¿Proferiría algún grito desde allí? ¿Podría? Las fontanas embellecidas y una Luna mezquina guiarían mis pasos, todavía reducidos a los límites de la ciudad. Roma a sus pies...
      
Subiría esos cincuenta y siete escalones; no son demasiados.
       Es la hora en que el paisaje se advierte y la luz anda ignorada. Confunden, enredan la luz los mismos colores, la ahuyentada luz del día, midiendo su espesor en beneficio de la transparencia. Ya pierdo de vista las colinas.

Fragmento. La naturaleza de las máscaras, o el perdón de los pecados, de Juan González de las Casas

lunes, 28 de diciembre de 2009

Paréntesis

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El Taller de Escritura Paréntesis publica su Periódico Literario, con una tirada de diez mil ejemplares impresos y una edición digital. Allí podemos disfrutar de secciones de Poesía, Prosa, Viajes y Literatura, Música y Literatura, sus Talleres creativos, viajes literarios (casualmente, el último fue a Tánger) o el Concurso de Microrrelatos Paréntesis, de interantísimo formato y gran participación (y del que el autor del blog fue finalista en la última convocatoria con Una tormenta criminal, y que podeis leer en el mismo).
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Paréntesis tiene una periodicidad bimensual, y a partir del próximo mes de febrero incluirá las colaboraciones del autor de este blog, Juan González de las Casas, alternando relatos con artículos y reportajes.
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Os incluyo el enlace de Paréntesis: http://www.tallerparentesis.com/
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jueves, 24 de diciembre de 2009

2010

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Y que 2010 sea para vosotros como la porcelana china,
 portadora de cualidades mágicas, incluida la creencia de que,
al romperse, desprenderá un veneno.
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domingo, 20 de diciembre de 2009

Nuevos deseos... de Navidad?

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Nuestro deseo es que podáis responder
al japonés, que pregunta qué hay entre la quietud
del estanque y el salto de la rana.
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martes, 15 de diciembre de 2009

[Tangerina XVI]

La Asociación Cultural Paréntesis, en su V Covocatoria, publica el fallo de su  Concurso de Microrrelatos, en el que Juan González de las Casas ha quedado finalista, entre 3174 participantes, con Una mujer corriente. Presentamos aquí una versión.


Una mujer corriente

Desde la primera visita tuve la impresión de desorientarme en su presencia, a pesar de que, aunque pueda parecer lo contrario, Clara es una mujer corriente. Educada, alegre, deseable, en fin, no deja de resultar una mujer corriente.
La primera bolita de papel que arrojó contra mi cama, me pareció accidental. Poco a poco se fueron convirtiendo en una curiosidad; no sé si, a veces, una burla. Sin embargo, tan larga vigilia mudaba sus frivolidades en frágiles concesiones: descubría furtivamente el rinconcito de sus pequeñas bragas, justo entre sus piernas. Ella lo sabía y fingía sensual indiferencia; le parecía divertido.

La veía embellecer, cegado y sedicioso el pasado. Aún puedo recordar la música...
.......El musgo preserva el pasado, vela el futuro, como el desconchado de esta habitación, lo único que puedo ya ver desde aquí, desde esta cama.

El presente se hace ahora innegable y todos guardan inusual silencio. Pero no olvidéis que la deslumbrante Clara es solo una mujer corriente.
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