A comienzos de año se publicará una nueva edición de Habitando el olvido, donde podremos leer los relatos y poemas premiados en el Certamen Literario Villa de Iniesta. Esta es la presentación de dicha edición:
Hace poco leí que Galileo no inventó el telescopio. Que oye hablar de un extraño
instrumento, un tubo con dos lentes, una en cada extremo y lo perfecciona hasta
lograr, en pocos meses, su capacidad de aumento de forma notable.
Ninguno de nosotros inventó la literatura. Pero al igual que Galileo Galilei, escribir y leer nos descubre todo un mundo nuevo que nos lleva más allá de la superficie lunar, de los cuatro satélites de Júpiter o de las incontables estrellas de la Vía Láctea.
Al escribir, al leer encontramos dolor, amantes y enemigos, deseos nuevos y sorprendentes, fugitivos… locura; descubrimos paisajes urbanos, promesas de infinitud, los túneles del tiempo, todo un horizonte que se convierte, entonces, en luz o vacío, el que necesitan los ojos, las manos, el cuerpo, los cuerpos; un confín, una perspectiva que no parece serlo.
“el
fuego sobrevive en el hierro frío”
Bachelard, escribe de
Chillida. Ninguno de nosotros inventó la literatura. Pero al igual que Galileo Galilei, escribir y leer nos descubre todo un mundo nuevo que nos lleva más allá de la superficie lunar, de los cuatro satélites de Júpiter o de las incontables estrellas de la Vía Láctea.
Al escribir, al leer encontramos dolor, amantes y enemigos, deseos nuevos y sorprendentes, fugitivos… locura; descubrimos paisajes urbanos, promesas de infinitud, los túneles del tiempo, todo un horizonte que se convierte, entonces, en luz o vacío, el que necesitan los ojos, las manos, el cuerpo, los cuerpos; un confín, una perspectiva que no parece serlo.
De vez en cuando, tu solo te metes en razones que, como mis
visitas a Iniesta, te envuelven en contradicciones que a su vez aparecen en
equilibrio. Probablemente la ilusión sea el hilo conductor de todo ello.
Hace algunos años que voy a
Iniesta y cada vez trato de imaginarlo todo con novedad: las flores que se van
haciendo flores, que pertenecen al gozo
de esta luz, / de la danza, de esa extraña primavera deseada, como nos
ofrece Olvido García Valdés en uno de sus poemas; su apariencia despejada y
esencial, que aporta primeras visiones, emociones incipientes, recuerdos
infantiles.
La delicadeza de HABITANDO EL OLVIDO conserva y prolonga la
intensidad de algún momento que, por alguna razón, hemos hecho nuestro. Aporta
inmediatez y memoria, verdad
respiratoria. Por si algo faltara, los
colores de Francisco Izquierdo desbordan mirada y comprensión, el arrebato
final imprescindible.
Galileo no hablaba de sí mismo, sino de un hombre pequeño y
de una tierra que no es el centro del universo mundo. Algunos proyectos, a
pesar de ser viejos o de no existir, se mantienen y tratan de resolver
problemas reales.
Las lámparas hay que frotarlas, unos gigantes se esconden en
ellas y te conceden deseos por algo que, suponen, has hecho por ellos. Los
sueños siempre existirán.
Juan González de las Casas